Tanto los que nos dedicamos a los drones, como también el público en general, perdemos a veces la perspectiva de que los drones son solamente una herramienta y que sus usos y su utilidad están en las aplicaciones que seamos capaces de crear utilizando como vehículo a las aeronaves que vulgarmente llamamos drones.
Por lo tanto, los usos, las utilidades y el valor real de los UAS están en todas las cosas que seamos capaces de hacer incorporando elementos y soluciones que den respuesta a necesidades de la industria y de las personas.
Es posible muchas de las aplicaciones nazcan de una demanda concreta, pero otras tienen que surgir de mentes visionarias que se anticipen, prevean dónde está la necesidad y le den la solución incluso antes que la demanda aparezca. Como decía Steve Jobs: “muchas veces la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas”.
Aplicando estas ideas a cosas concretas, hay infinidad de aplicaciones que podemos realizar con los drones que todavía ni siquiera las hemos imaginado y que están esperando a que alguien con creatividad, imaginación y decisión las lance al mercado.
Tomemos el ejemplo de las grandes empresas industriales que tienen muchas instalaciones complejas en muchos de los casos deslocalizadas. Las posibilidades de ofrecer soluciones prácticas y brillantes son enormes. Por ejemplo, implantar sistemas de monitoreo de los distintos procesos y obtener datos precisos de las operaciones en cada lugar donde este la instalación, para que luego se puedan tratar en tiempo real a miles de kilómetros, identificando tendencias para ejecutar mejoras y eficiencias, de dichas instalaciones industriales. Pudiéramos pensar que estas soluciones son posible realizarlas por métodos tradicionales y manuales, sin embargo, los usos de drones reducen los tiempos, se realizan a muy bajo coste y sobretodo, se pueden realizar sin riesgo alguno para los trabajadores.
Pero los avances en estos campos necesitan de ciertas mejoras en la operación de los UAS que en el caso que comentábamos antes es fundamental. Nos referimos a las operaciones automáticas y autónomas.
Las operaciones autónomas pueden estar programadas o gestionadas desde cualquier parte del mundo, pudiéndose realizar tareas diarias en cualquier momento y en cualquier circunstancia. Los drones pueden realizar inspecciones de riesgo, patrullas de seguridad, respuestas de emergencia, vigilancia con múltiples sensores y todo ello ser analizados de forma deslocalizada.
Las operaciones automáticas no precisan de una persona que esté actuando al mando del dron en el momento de su actividad, cuestión esta que tendremos que esperar para que la normativa la contemple como algo posible.
Estamos hablando de introducir en muchos sectores e industrias, una serie de recursos sin precedentes para hacer cosas que actualmente, de forma tradicional, por ser muy costosos o por presentar ciertos peligros para los trabajadores, no se pueden realizar. Se podrá incrementar la productividad y la eficiencia de las empresas, reducir los costes operativos, aumentar la seguridad, rapidez en dar respuesta a emergencias, detección prematura de fallos o problemas, etc.
Todos esto necesita de soluciones adaptadas a cada caso y no es posible enlatar la solución e imponerla en cualquier lugar o industria. Nos topamos, por lo tanto, con un negocio que va más allá de la operación de UAS y se aproxima más a empresas de consultoría y de ingeniería que dan soluciones ajustadas a cada caso. Hemos pasado de operar drones a desarrollar ideas. Como decíamos antes con una pequeña aportación personal: “muchas veces la gente no sabe lo que necesita hasta que se lo enseñas.”